En La princesa prometida, la ya clásica película de Rob Reiner, el personaje de Vizzini, un despiadado espía siciliano, asegura: “Empezar una guerra es un trabajo muy prestigioso con una larga y gloriosa tradición”. Pero en este caso no se trata de un conflicto entre los imaginarios reinos de Florín y Guilder dentro de un cuento, sino del peligro real de un ataque contra un país soberano como Ucrania por parte de una potencia militar y energética como Rusia. La historia alberga varias lecciones, entre ellas que a lo largo de los siglos se han manejado todo tipo de pretextos para montar un casus belli y que las consecuencias de un conflicto son siempre imposibles de controlar y de imaginar. Y que, una vez puestos en marcha algunos mecanismos, resulta muy difícil dar marcha atrás. Y también que las guerras pueden tener causas, pero no son accidentes naturales como los terremotos: las desencadenan un puñado de seres humanos, aunque la tragedia reside en que las sufren, en cambio, millones de otros seres humanos.
La historia demuestra que a lo largo de los siglos se han manejado todo tipo de pretextos para desatar conflictos y que sus consecuencias son imposibles de controlar y de imaginarRead More
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